Viaje a Tintina

En septiembre de 2015 tuve la fortuna de volver a Tintina, cuya campanita secreta aun escucho resonar en mi memoria, como en 1967, cuando llegué la primera vez. Entonces era uno de los tantos pueblos surgidos al borde del obraje y las vías, con altas pilas de durmientes apilados en el canchón de la estación del FC Belgrano, antes del FC Central Argentino.

Ahora es una de las quince (la cifra es muy a ojo) ciudades medias (de 10 a 30 mil habitantes) que se encuentran en pleno crecimiento, reflejando la configuración actual de la economía y las tendencias residenciales de la población. Como en otras regiones de la provincia, el crecimiento urbano se alimenta no solo de la atracción de la ciudad por su complejo de servicios, sino también por la expulsión de los pobladores rurales, víctimas del 'desarrollo' que estimula la máquina y desdeña el motor humano, desacierto estratégico que disfraza de tecnología el interés del capital.

Aunque ya casi no quedan obrajes, el modelo señorial reproduce, con mínimos cambios que no alteran su esencia -recordamos aquello de gatopardo-, un modelo económico y político de larga data que corresponde someter a discusión. Esta es la tarea de la ciudad, con su ágora, su foro y su biblioteca.

El profesor Marcos Ordóñez -ISFD N° 5- y un grupo de colaboradores ha emprendido la reconstrucción de la biblioteca municipal, a cuyo proyecto nos sumamos con unos pocos libros y palabras. Nos acompañó el Sr. Cantoni -Intendente- e integrantes del Concejo Deliberante, que obsequiaron a la Biblioteca Olmos Castro una escultura en madera tallada que honra nuestra mesa de trabajo.

Con el Sr. Nabhi Vittar y un amgo
Con el Lic. Marcos Ordóñez

Con jóvenes asistentes a la charla

Primer aviso comercial que registramos
combinando castellano y chino,
con teléfono en números arábigos.

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